Cada oscilación modulada presenta una información. Que ésta sea, o no, asumida como una información plena de sentido se decide según su contenido, el cual, entre otras cosas, debería tener un efecto ordenador y estructurador sobre el tejido. Para que se produzca, generalmente, una influencia de las informaciones en el organismo, la oscilación correspondiente debe penetrar en el organismo. Pero esto sólo sucede si puede traspasar la denominada "ventana Adey", la cual (según W.R. Adey) se da solamente en una frecuencia determinada (contenido de la información), así como en una intensidad determinada (muy débil). En el organismo hay varias de estas ventanas. El organismo transmite sus informaciones en un umbral de energía extremadamente bajo, es decir, con amplitudes muy bajas.
Para que se produzca el efecto terapéutico deseado, primero, tiene que llevarse a cabo una resonancia (literalmente: resonar o "acompañar la oscilación" debido a una determinada excitación) después de haber atravesado la "ventana Adey". A través de la interferencia (superposición de oscilaciones) pueden producirse fenómenos de amplificación o debilitación, surgiendo un nuevo modelo energético (superior) del tejido correspondiente que es la condición previa para los procesos de regeneración y que tiene la capacidad de aumentar la actividad anabólica del metabolismo. Esta nueva (!) y compleja información puede entenderse como un impulso de curación que viene desde el exterior (BIT exógena) y que tiene propiedades ordenadoras (reorganización). Con esto pueden fortalecerse zonas debilitadas del organismo o asistir funciones necesarias del sistema inmunológico, respectivamente. Pacientes con las defensas bajas, por esta razón, son tratados preferiblemente con la BIT exógena.
Con estas aclaraciones, sin embargo, no hemos explicado todavía el efecto terapéutico con oscilaciones propias del cuerpo.
Para entender este punto, es necesario destacar las propiedades energéticas de un tejido. Las células del tejido, usualmente, presentan un potencial de carga de -70 hasta -90 mV con una secuencia rápida de despolarización y repolarización (descarga y recarga). En caso de enfermedad, debido a los factores múltiples de estrés duradero se da, primariamente, una disminución de esta carga que llega a hasta una despolarización duradera de sectores completos del tejido, con lo cual se provocan trastornos metabólicos graves (falta de energía, desintoxicación de las células bloqueadas, transformación de sustratos disminuida). A estos cambios anteceden reestructuraciones del campo superior correspondiente, el cual, en comparación con el tejido normal, presenta una fluctuación disminuida de las oscilaciones (aumento de la frecuencia debido a la absorción de energía, disminución causada por la emisión de energía), pero un aumento de frecuencia constante. Con esto se disminuye notablemente la capacidad de adaptación a irritaciones exteriores (rigidez de regulación creciente), aumentando el potencial de enfermedad. El organismo tiene la propiedad de acostumbrarse a cambios de una duración más larga y considerarlos normales, por lo que también inflamaciones crónicas pueden "dormirse", pues el cuerpo las tolera. Sólo mediante una "señal de atención" puede despertar nuevamente el sistema inmunológico.
Empleando la BIT endógena, se toman las señales electromagnéticas a través de los electrodos de la piel directamente del tejido enfermo y se conducen al equipo de BIT, en el cual el espectro de frecuencia puede modificarse de modo dirigido (según el equipo). La señal terapéutica, en caso de enfermedades crónicas, se conduce a un lugar sano, por ejemplo, al timo donde trastorna a largo plazo la homeostasis (orden dinámico en el tejido que se produce según ritmos) según los principios mencionados arriba, ya que representa una señal de atención. Contra esto, el organismo se defiende, inmediatamente, mediante una reacción a la irritación (contrarregulación). |